La luz del pasillo iluminaba dĂ©bilmente mi rostro que se reflejaba de modo fantasmal en el cristal de la ventanilla y me hacĂa recordar el que tuve en la infancia, el que naufragĂł para siempre en la despedida, como si aquel niño se hallara agazapado en algĂşn lugar de mi interior esperando un descuido mĂo para emerger de nuevo en las aguas fangosas del pasado con su sonrisa feliz y sus ojos brillantes.