En líneas muy generales, quienes esperan obtener y retener seguridad exponiéndose a los riesgos y los peligros de la libre elección suelen poner el énfasis en las virtudes de una identidad infradeterminada e infradefinida (no fijada, incompleta, de final abierto y, sobre todo, fácil de desechar o de revisar), mientras que quienes son víctimas de las guerras de identidad y objeto de estereotipos coercitivos (apartados de las opciones deseables y demasiado intimidados por su propia inseguridad como para contemplar seriamente la posibilidad de desafiar las reglas del juego) optan por la identidad como derecho de nacimiento, marca indeleble y propiedad inalienable.