—Que no voy a dejarte ir, que no pienso olvidarme de ti o castigarte con una fingida indiferencia —confiesa con tanta vehemencia y rabia que es como si las palabras le desgarraran la garganta al salir—. Que si te vas, te perseguiré. Da igual la distancia que te atrevas a interponer entre nosotros o las barreras que creas que puedes levan- tar para escapar de mí. Si alguna vez he sentido algo por alguien, si alguna vez una persona ha conseguido escarbar en mi corazón maldito, esa has sido tú, Siah. Nadie más que tú.